Un cura divertido, un lugar adecuado donde, increíblemente, no llovía y mucha gente con ganas de pasárselo bien y tomarse hasta el pulso fueron los ingredientes para disfrutar de la noche del sábado en la boda de Edu-B y LH. Eso sí, con la excepción de Pichón, que coge unas borracheras psicológicas del copón con un par de botellas de agua sin gas. Pues eso, que el bodorrio estuvo de arte e hizo que el sábado termináramos un buen puñado de compañeros pidiendo la hora después de bailar de todo, desde Alejandro Sanz a Paquito el Chocolatero. Sólo eché de menos aquello del «caballo camina p’alante, y el caballo camina p’atrás…». Pero, en líneas generales, la cadena perpetua que firmaron los novios, estuvo genial. Enhorabuena desde aquí.
La noche del domingo, por aquello del puente, también hubo marcha por Almería, así que nos fuimos a gastarnos lo poco que nos quedaba de dinero en Guarapo. Ampa consiguió que el pincha pusiera Billie Jean (sí, al conde le gusta su música de MJ, ¡qué se le va a hacer!), así que hubo 4 minutos y pico para la nostalgia. A pocos kilómetros del Cabo de Gata, la palabra «garrafa» sólo la asocian, por el momento, con los recipientes estos con tapón en la parte superior que pueden alojar cualquier tipo de fluidos. Aunque nadie sabe cuánto durará esto porque todo lo malo se pega y a los empresarios discotequeros eso de ahorrarse dos euros por botella en el almacén les encanta. Tiempo al tiempo. Al hilo de esta situación, ayer me llegó un correo que propone una «huelga de crápulas» o algo así. La idea no es mala, y viene a rechazar el maltrato al estómago y al bolsillo que nos infringen algunas discotecas que cobran a seis euros el matarratas. Al parecer, el asunto consiste en no entrar en estos sitios el 13, 14 y 15 de diciembre. ¿Será alguien capaz de eso? Yo creo que no.
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