Pepe está a un par de días de encontrarse con la chica de los carnavales, pero como lo suyo no lo arregla ni la Corporación esa de la tele que hace maravillas con la cirugía…Oremos. Pichón ya está amenazando con una de sus fiestas el 12 de Marzo en el Labradores. Miedo me da. Allí nunca pasa nada normal, en serio. En una de las fiestas se llegó a cocer hasta un matrimonio. Como lo oyen. La boda que les conté allá por el mes de diciembre tuvo su origen en una fiesta en este insigne Club. Y como me da lo mismo irme de fiesta a cualquier garito de la Alameda que a Studio 54 porque me van todos los registros fiesteros, siempre acabo apuntándome a estos saraos al lado del Guadalquivir. Casi siempre falla el Dj, eso sí, que suele ser un chaval afanoso que hace lo que puede con los MP3’s que se ha bajado de internet y los artilugios que allí ponen a su servicio. De catástrofe, vamos. A veces he terminado moviéndome al son de la versión breakbeat de la banda sonora de Heidi con un vaso de plástico y el Club Megatrix a mis espaldas botando como poseídos. Eso sí, tengo que decirlo: el alcohol está a precios que incitan a la cogorza más estupenda. Tres copas, seis euros. ¡Como tiene que ser! (Torrente dixit) Y encima, como son botellas del Carrefour, no son de garrafa. A dos pasos, como ya sabéis, está Boss, así que cuando dictan el cierre del local (llegan los padres de los alevines que disfrutan de sus primeras juergas con algo más que Fanta de naranja), nos damos el paseíto a la calle Betis. Sobre este mítico enclave ya no pienso arrojar más elogios. Es como jugar en casa. Allí siempre hay éxito; «temita» o como queráis llamarlo. Allí es que hasta las mujeres parecen estar más guapas. Así que ya sabéis, la semana que viene el Conde estará por el Labradores de fiesta. Seguro que habrá algo que contar.
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