Pepe se encontró con la chica de los carnavales. Sin comentarios. Todo pasó según estaba previsto en el guión inicial: quedaron, se tomaron un café y ella finiquitó el encuentro con un «ya nos llamamos». Mira que le dijimos que quedara de noche para maquillar un poco el efecto diurno sobre su cara. Como no nos hizo caso y no la invitó antes a cinco o seis copas, y encima la llevó a una de las cafeterías más sosas de Sevilla -previo intento de llevarla al parque a dar un paseo…- todo se juntó y la chica huyó. Fue bonito mientras duró. Lo gracioso de todo esto es que Pepe es, por su condición de militar con destino lejano, el único de la pandilla que no está leyendo nada de esto. Además, como los colegas no le han comentado nada sobre mis crónicas nocturnas, él sigue ajeno a que media Sevilla y parte del extranjero conocen las historias de Pepe el «malparecido». Pichón no deja de dar la lata con la fiesta del Labradores del viernes 12. Y como estoy harto de que me queme el messenger con mensajes publicitarios sobre esa juerga en la que ha asegurado que actuará de Dj, no tengo más remedio que decirlo aquí. Os recomiendo a todos que vayáis porque, al menos, no saldréis indiferentes. Todo lo más que puede pasar es que os encontréis a vuestra hermana pequeña con un cubata en la mano, un cigarro en la otra, una tercera mano -que no es suya- encima de ella y la mitad del set de maquillaje materno aplicado a discreción. Y no intentéis hacer nada para evitarlo porque aquí el que os escribe estas líneas tuvo que ver como su hermanita de 17 añitos, la protegida, la pequeña y todo eso, le presentaba a un maromo de 24 tacos (vamos, casi como su hermano mayor, o sea, yo) y le decía «mira, mi novio», con un Brugal-cola en mano. No le pude decir nada porque yo estaba igual, así que cerré con un «tened cuidado». Cría hermanas….
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