Con tanto ajetreo y lucha durante las últimas semanas, el viernes pasado decidimos irnos un@s cuant@s a la Costa del Sol. La marcha está genial, pero está todo lleno de ‘vampiros’ de esos que te atrapan en la puerta de un bar y te intentan meter por la fuerza en su local para que te tomes las copas allí. Pillaron por el brazo a Tenorio y como el tío no sabe decir que no, pues nada, nos tuvimos que tomar la primera copa en un bar la mar de aburrido.
La música por allí no mejora en relación a lo que tenemos aquí. Ni siquiera en «Ola», en el puerto de Benalmádena, que es una discoteca que tiene fama, nos libramos de la pachanga. Pido ya una rebelión de DJ’s y que sea lo antes posible, por favor. De lo mejor fue «Coyote», en Puerto Banús. Buena música y gente guapa…y fea, como en todos sitios. Allí en la Costa del Sol, casi nadie te pone pegas para entrar por la ropa porque como los ‘guiris’ visten de pena, pero son los que se dejan las pelas, no importa si vas con las sandalias de Anthony Quinn en la peli de marras o que las niñas no vayan ‘fashion’. Entras porque se te presumen euros. Tenorio se llevó al huerto o, mejor dicho, a la arena, -que debía estar más fría que la leche por muy caliente que él estuviera-, a una tal Jessica procedente de Irlanda. El resto de la pandilla ligó, aunque algunos han preferido el anonimato y no querían que contara nada…¿por qué será si todos me aseguraron que no tenían aquí novi@s sino «rollitos»? Lo malo fue que el concepto de Jacuzzi cambia de Sevilla a Málaga, así que prometí a Ampa un bañito con burbujas en el hotel tal y como prometía el folleto, y lo único que encontré fue una piscina redonda de 4 metros de diámetro con el agua fría. Así no hubo forma de gastar el champán…¡Eh! Que vuelvo el 8 de mayo, aunque seguiré sin entrar en «Dinio el Cubanito».
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