Tras la cena en la Casa del Duque para celebrar el cuarto de siglo de Susi, nos fuimos a tomarnos la primera a Dato 23, -creo que se llama así porque el nombre aparece rarísimo en la puerta-, para empezar de «tranquis». Efectivamente, como llegamos a eso de las once y media de la noche no había ni el gato. Vamos, que estaba sonando una canción de Manzanita de esas lentorras e infumables para ser sábado por la noche. Pensando en abrirme las venas, metafóricamente hablando, porque la noche estaba empezando a decaer antes de empezar, Mary, Ampa y Susi, -el Conde y tres tías-, nos movimos a Caramelo. ¡Esto era otra cosa! El local estaba full. No cabía casi ni un alfiler y en la puerta tenían el cartelito disuasorio de los 30 euros para echar para atrás a los «clientes no habituales». Como no es mi caso, entré con mis chicas a echarnos unos bailes. El DJ mereció un monumento a pesar de que es capaz de meterle una base break machacona al «Caballo camina p’alante y el Caballo camina p’atrás». Para empezar ya fue tornando los temitas musicales hacia el horizonte veraniego. Mi apuesta personal como canción revienta-terrazas es para «Obsesión», de Aventura. Es fresquita y la chica que canta dulcemente aquello del «No es amooooor…» le quita el sabor a Georgie Dann de los primeros minutos. Pero el caso no es que yo quiera hacer de Joaquín Luqui con aquello del «tú y yo lo sabíamos», sino que el pinchadiscos en cuestión encabalgó algunas canciones seguidas maravillosamente hasta culminar con un soberbio «It’s raining man, ¡Aleluya!», al que le añadió un toquecito de actualidad, un poquito de velocidad y algunas repeticiones que nos pusieron en órbita a todos. Por cierto, habría sido conveniente que la canción fuera real, porque en Caramelo el porcentaje femenino era abrumador…¡Apenas había hombres!
Comentarios recientes