El fin de la Navidad me pone triste. Se trata de una época en la que uno puede salir todas las tardes desde la hora del café hasta la madrugada sin que nadie te llame «vicioso», aunque uno sea consciente de que lo es. La Navidad ha estado bien. Los Reyes Magos me han traído una guitarra eléctrica similar a aquella que mi madre «extravió» cuando yo no era capaz de aprobar ni una sola asignatura porque quería ser El Conde Hendrix. Ahora sé que nunca seré el rey de las seis cuerdas, y que ya no camelaré a más chicas con la sonanta como en aquellas noches de verano a orillas del Atlántico en Huelva, cuando tocaba cosas como el «Love me tender» de Elvis, «Cadillac solitario» de Loquillo o el «One» de U2. Son otros tiempos. Ahora supongo que habrá que tocar una versión tranquila de «Antes muerta que sencilla» que, digo yo, a lo mejor, suena bien en inglés con algo así como «Better death than simple». A una conocida mía la empujó un impresentable por las escaleras de Caramelo una noche de Navidad y nadie hizo demasiado por ayudarla. Ni siquiera los porteros que, digo yo, por una vez que se arruguen el abrigo y se descuelguen el pinganillo de la oreja no les va a pasar nada…En fin, cada vez se confirma más que esta gente está sólo para sostener la gomina y soltar las cuatro frases (Aquello de «Ropa», «Edad», «Carnet de Socio» y «Aforo Completo») sin que se les olvide una. Tenorio encontró el amor de nuevo antes de Navidad y lo más probable es que le dure algún tiempo, porque me ha vuelto a decir aquello de «Esta vez es para siempre». Cuando dice eso, suele durar entre un año y año y medio. Te deseo suerte desde aquí, Campeón, aunque eso signifique dejar de salir por las noches contigo y no tomar más churros con chicas que se perfilan los labios al amanecer. Al menos, ya queda menos para la Feria de Sevilla.
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