Se ha convertido en un clásico por estas fechas. Tras la Feria y el Rocío llega el cumpleaños de Fede. Tachón en el calendario y cita en algún karaoke. Esta vez fue en April’e, con su familia y casi todos los plumillas deportivos de la ciudad. Podría destacar muchos momentos de la noche pero no tengo más remedio que centrarme en la soberbia, inimitable e inexplicable interpretación de Charlie in Love. Cubata en mano, sentado en un “minipuf” con la mirada perdida en el horizonte se lanzó a cantar un “Yo soy aquel” que pasará a la historia, no sólo por las múltiples dedicatorias a los amigos, por su pose solemne y por la especial mención al compañero de la radio centenaria. No. Se inventó prácticamente toda la letra. Sin miedo, acabó vociferando un “Yo soy aqueeeel, que no se sabeeee….ni la leeeetra”. Ovación. Charlie, eres nuestro líder. Fede recibió múltiples regalos, incluido un pequeño Bisbal de peluche con sus ricitos que salta y vibra como un posesito. También estuvo por allí Pablo Alfaro con una chica que creo que es su novia, aunque hay que decir que se fue pronto, quizás por aquello de que los futbolistas no salen por la noche… Ejem. Nos fuimos a Bilindo a finiquitar la noche en condiciones. Y así fue. Entre copas y fiestas se hizo de día. Lo único que no me termina de hacer gracia es que la música en esta terraza no suena nada bien. El DJ mola, de verdad, e intercala temitas que se agradecen. Pero lo que no se puede aguantar es que en cuanto te alejas del altavoz dos metros aquello suena como el transistor que le traje a mi abuelo de Ceuta, -¿quién no ha tenido un transistor rojo de Ceuta que se llenaba de arena en la playa?- y pierde uno el feeling para bailar. Para recuperarlo solo hay que mirar a las camareras, sí, pero no es plan de llevarse un sonotone para mantener la marcha. Por cierto, a ver si me recomendáis alguna terracita para este verano.
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