Entramos bastante tarde a la fiesta «Fuck me, I’m Famous» en Pachá. Media hora antes, un relaciones públicas italiano nos había asaltado literalmente en el Puerto de Ibiza. «No podeis perdé fiesta. E impresionanche. Única ves en año. Sólo 50 euro para vosotro». Tras una aglomeración considerable entramos en la disco más glamourosa de la isla. Primero, visita a la sala R&B donde un DJ pinchaba temitas que un chavalín de unos 16 años bailaba como si tuviera chicle en lugar de huesos, mientras una go-gó hipermacizorra le hacía dudar si aquello (el cuerpo de la susodicha y el meneo) era real. Pasamos a la sala incatalogable. «Smells like teen spirit» de Nirvana mezclado con el «Vertigo» de U2 para dar paso a una chica francesa que cantaba en directo con cara (y actitud) de viciosa… La gente pasó de botar con el grunge de los 90 a rozarse más que una dinamo con la franchute sensual que ponía cachondón al personal sólo con la forma en la que cogía el micrófono.
Como íbamos de catetos, continuamos nuestro periplo por dentro del local y… ¡maldición! Sí. Era él. Tras varios días sin oírlo, apareció Bustamante en forma de canción. ¡Argh! Muy respetable, sí, pero se cargaba el “rollito Ibiza“. Menos mal que fue sólo un susto que duró un par de minutos. Pachá es lo más parecido a las discotequitas pijas andaluzas pero con su toque ibicenco y las copas por las nubes (aunque más baratas que en Amnesia. Sólo 10 euros…). De nuevo nos acostamos a las 8 de la mañana, de día y con «El Canto del Loco» sonando en el cochecito alquilado. Al día siguiente, mercados hippies en las Dalias y el Puerto. ¡Qué horror! Pero es lo que tiene ir con tres mujeres. Mientras hacíamos la fotosíntesis (decir “tomar el sol” sería exagerar y con lo reventaos que íbamos respirar ya era mucho…) en la playa de Cala Conta, unos chicos de Albacete nos incitaron a ir a otro templo del vicio: “Privilege” y sus diablas desnudas en la fiesta de Manumission…Eso, la semana que viene.
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