En agosto me voy a las Islas Griegas. ¿Qué?, ¿cómo os quedáis? Pues supongo que igual que yo, sin un duro para sufragar semejante ‘frivolitè’. Y no me voy solo. El Cabrilla ha decidido unirse a la causa y disfrutar de Mikonos, Potorokolo y Trokolo…, por ejemplo. El sábado por la noche me lo comunicó y puedo darlo por cierto porque sólo llevaba tres copas encima y el Cabrilla con eso ni se entera. La camarera de «Bramante», en Dos Hermanas, que es guapisísima (como diría el señor Iglesias padre), se enteró del destino y nos miró así con esos ojazos que tiene…Yo estuve por apuntarla al viajito porque está buenisísima, las cosas como son, pero es que no me encuentro en disposición de gastarme otros taitantos euros y además, alguna griega habrá por allí para irse con el Conde, aunque sea por interés. «Allí lo malo es que está to derrumbao», comentó Sergio. Claro, así de sopetón nos tuvimos que reir un rato. Su comentario simplista (el Cabrilla es aparejador) vino seguido de «A ver si me dejan a mí dos días en el Ayuntamiento de Atenas, que le pego un meneo al PGOU y tiro las dos ruinas que quedan allí…montaría yo chicos adosaos a treinta kilos el pelotazo». Hombre, viene a ser igual que la idea de mi amigo Pepe, que cada vez que pasa por la Catedral dice que allí estaría genial montar una discoteca. Lo que no dice es si pondrían Gregorianos Breakbeat o Gospel House. Volviendo a «Bramante», allí mismo me enteré de que tengo que ir a una boda a la que irá mi «ex». Con mi suerte, seguro que me toca sentada al lado en esa estúpida mesa en la que se meten los «amigos de la infancia» de la que se casa. Ya lo estoy viendo. Miraditas, ironía y un «¿Estás más gordito? Jijiji», a lo que yo tendría que contestar: «Sí, desde que soy FELIZ hasta el aire me engorda, so bruja».
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