Pilar, lectora de U7, cree que me estoy volviendo aburrido y que doy poco valor a las relaciones con las mujeres. Tras leer su correo electrónico en la noche del frío viernes, me duché y cogí el coche con destino a Antique para empezar a celebrar la Navidad. Allí me esperaba Chari, una de esas amigas que te escuchan sin pedir mucho a cambio, así que le conté, cabizbajo, lo del correo de esta lectora. «Como lo oyes, soy un chico aburrido, sin gracia y vulgar…», le dije con el clásico, aburrido y poco innovador cubata de Johnnie con cola que me había servido la aburrida, insípida y sonriente camarera. A Chari todo esto le sonó a chino porque quien os habla siempre está en la cresta de la ola, así que lo intentó arreglar con un «ya se te pasará, capullo». Me encanta cuando las mujeres dicen «capullo» y «gilipollas». Será una manía. La cosa está en que me emborraché casi sin darme cuenta y acabé bailando el «Antes muerta que sencilla». Entre nebulosas recuerdo que hice a la perfección el numerito de la niña esta de Eurojunior. Y la culpa, como no puede ser de otra forma, es de Pilar. ¡Qué vergüenza! Soy un Conde Canalla, aburrido, vulgar, típico, sin gracia y, encima, payaso. Estuvimos en Antique hasta las seis y, por lo visto, en el camino de vuelta le dije a todo el mundo, -incluido al taxista que nos llevó al piso de Chari-, que «Pilar no tiene razón». Esa noche, para terminar de arreglarlo, acabé durmiendo en la cama de Chari porque hacía frío y el sofá es de un piso de estudiantes y está más duro que un cuerno. Y, claro, un roce, otro roce, que si «pégate un poco que hace frío» y que si «Pilar no tiene razón», y acabamos como nunca deben acabar dos amigos de la infancia… peleándonos por una manta. ¡La que has liado, Pilar! Menos mal que después me llegó un mensaje más «feliz» que si no…
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