La gente debe estar la mar de ocupada estudiando y sin dinero después de las navidades, porque no hay ni un gato en las discotecas por las noches. Incluso en las botellonas se observa un panorama desolador. El viernes por la noche, en frente de la estación de San Bernardo, había tres o cuatro pandillas muertas de frío, abrigados hasta arriba y, al lado de ellos, tres coches de la Policía Local y por lo menos diez «efectivos» allí. Desconcertado, me fui a Antique en busca de algo con lo que disfrutar y, porqué no decirlo, para encontrar nuevas historias que añadir a mi curriculum nocturno. Misión imposible. Al llegar a la discoteca a eso de la una y media de la mañana, sólo había un portero que ni siquiera te hacía el escáner visual de rigor, ni te decía aquello de «¿acaba su DNI en impar, su madre se llama Mari Pili y lleva calzoncillos rojos?». O «sólo socios con carnet y más de 25 años». Ni eso. Te dejaban entrar sin más, y mirando a la derecha, en la mesita aquella en la que te cobran la entrada con consumición, nadie. Una vez dentro, lo increíble, sólo funcionaba una de las barras y el DJ se lo pasaba en grande pinchando música elegante y distinguida. Por ello puso la versión house de «Bad» de Michael Jackson, supongo.
A las dos horas me fui y no se había llegado ni a la media entrada. Desolador. El sábado estuvo la cosa algo mejor, pero desde estas líneas deseo lanzar un mensaje claro: si no tienes dinero después de navidad, aprovéchate de tu amigo el sobraíto (en todas las pandillas suele haber uno), y si te preocupan los estudios, nunca ha funcionado lo de quedarse en casa sin salir. Así que vete a la calle, porque aunque suspenderás, nadie te quitará «lo bailao» y no tendrás que aguantar el programa de José Luis Moreno con María Dolores Pradera cuando te canses de darle vueltas al boli.
Comentarios recientes