He puesto en la terraza de mi piso unas plantitas metrosexuales, una mesa magnífica, una barbacoa de piedra, una sombrilla… y me he depilado. ¡Sí! ¡¿qué pasa?! A las mujeres les gustan los hombres sin pelos y yo me he fijado que en Ibiza nadie los lleva, así que no iba yo a ser el Cromañón felpudo destinado a montar el numerito viendo amanecer en Café del Mar como si fuera el “Algarrobo”…
Al Pepe estuvieron a punto de zumbarle el otro día en una boda, -la de David y Loli- porque se le ocurrió hacer entrar en razón a mi amigo el Loco. A éste no se le pueden mencionar ciertos temas. En esta ocasión fue Schumacher y la Fórmula 1. Para él, el alemán “no vale un pavo” y “no tiene ni idea de conducir”, entre otras cosas. Y no le lleves la contraria, claro. Como los mamones de mis amigos saben que salta más rápido que un canguro con Red Bull, empezaron a decirle que Schumacher era el Rey de la F1. Las dos o tres mesas que había a su alrededor en el convite empezaron a meterle caña -a esas alturas el Loco llevaba ya dos botellas de Rioja y media fábrica de Cruzcampo-, así que el personaje se levantó y salió corriendo. Cuando lo localizaron estaba en posición de ataque para endiñarle al Pepe. Como todos desaprobamos su acción, actuó de una forma tan cuerda como Jack Nicholson en la parte final de “El Resplandor” y se fue, sin dar explicaciones, andando a su casa (a varios kilómetros del salón de celebraciones…). El Negro fue a buscarlo. Lo encontró en su jardín, con cuatro arañazos en el pecho y sin camisa porque la había dejado enganchada en una valla que, evidentemente, había saltado. El reloj y la chaqueta los esparció por el convite, claro está y hubo que devolvérselos al día siguiente. La hermana, al verlo, soltó un “¿Te ha atacado un oso?” y debió pensar en algún estupefaciente. Loco, aquí un amigo: la próxima vez, al menos, defiende a Fernando Alonso. Por cierto, la boda estuvo muy bien. Ya quedamos menos…
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