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En esta vida hay tres tipos de deportistas. Se les identifica desde bien temprano:
1.- Aquellos que juegan bien a todo. Tienen buen físico, nunca miran con cara de “me muero” al profe de gimnasia cuando pide otra vuelta más al campo…
2.- Los que odian la gimnasia y cuando llega esa maldita hora, marcada a fuego en el interior de la tapa del plumier, se echan a temblar. No juegan bien a nada y deciden apartarse. Prefieren buscarse a una buena amiga con la que charlar, manos en bolsillo, mientras miran -de una forma “especial” que años más tarde comprenderán- como sus otros compañeros pelean por la pelota de baloncesto. Estos acaban por tener el mejor físico a partir de los 17-18, pero ahí no voy a entrar porque va más bien de “salir”.
3.- Y después están los que son como yo. Me gustaba la gimnasia porque implicaba no estar en clase. Nunca destaqué en ningún deporte -con la excepción del ping pong porque no requería mucho fondo físico- y me gustaba “picotear” de casi todas las disciplinas sin poner pasión en ninguna (porque tampoco tenía aptitudes). Jugaba al tenis de forma mediocre, jugaba al fútbol de forma mediocre (hasta que cumplí los 20… entonces empecé a jugar fatal aunque sigo siendo el máximo goleador en el ránking de eficiencia de Los Niños del Barril), jugaba al voleibol de forma mediocre, patinaba de forma mediocre, pero estando ahí, en lo que yo denomino “la línea de 6″, uno puede estar en casi todos los foros y poder participar haciéndolo “bien”.
Vuelve el perro arrepentido, con su mirada tan tierna, con el hocico partido...¡con el rabo entre las piernas!
Sin embargo, había un deporte que no había intentando. Una disciplina para gente preparada, para físicos portentosos, para mentes arriesgadas, para intrépidos vaya. Sí, el esquí.
En nuestra pandilla tenemos uno de esos miembros que estaría en el número 1. Mi amigo Migue, además de tener una interesante filosofía de vida que no estoy autorizado a revelar, juega bien a todo. Pádel, Ping Pong, Baloncesto…y esquí.
Corría el mes de marzo de 2007. El Cabrilla, Waxi y algun@s más decidimos aventurarnos en ese mundo. Migue iba a ser nuestro monitor. Yo patinaba bien así que, ¡qué demonios! Esquiar no iba a ser tan difícil. No sé por qué absurdo motivo pensé que patinar y esquiar tenían algo ver…
Sigue leyendo la canallada Mi primer día de esquí en Sierra Nevada…
La quinta temporada de la mejor serie de la historia terminó a lo grande: Juliet viva o muerta en el fondo de un agujero que absorbía todo lo que había a su alrededor, Jacob muerto a manos de Benjamin Linus, Locke también ¿muerto? y toda la pandilla esperando que esa incursión en el hoyo por parte de Juliet acabe por devolverlos a todos la “normalidad”.
La sexta temporada de Perdidos es, con mucho, el acontecimiento televisivo más esperado en 2010. En dos meses, los enganchados estaremos descargando los capítulos -subtitulados o no, depende del “mono” que tengamos- para ir devorando algo que, en nuestro interior, no queremos que termine.
Porque el final de Perdidos puede llegar hasta ser previsible. Lo más obvio, viendo el devenir de los acontecimientos, es que la serie acabe con los pasajeros del Oceanic 815 llegando a Los Angeles como si nada hubiera pasado porque alguien evita que se deje de meter la secuencia 4 8 15 16 23 42. ¿O no? Porque Faraday explicó, antes de ¿morir? que el tiempo es como una calle por la que puedes avanzar hacia delante o hacia atrás, pero no puedes cambiar nada.
Ahí está el miedo de los seguidores de Lost: son tantos los caminos abiertos, tantas las incógnitas sin despejar que ni siquiera Faraday en sus mejores años en Oxford sería capaz de resolver al 100% una ecuación maravillosamente caótica en sólo 17 capítulos (los que tendrá la sexta temporada). Hay tantos millones de seguidores escudriñando cada fotograma de cada episodio que es complejo que a los guionistas no se les quede nada en el tintero. Sigue leyendo la canallada ¿Qué nos espera en la sexta temporada de Perdidos?
Pues después de que se muriera Michael Jackson, el más grande entre los grandes, y en medio de una etapa algo rara de mi vida, me planteé no volver a escribir aquí, pero…creo que me sirve para desconectar así que seguramente siga metiendo paridas aquí de vez en cuando.
Miss U so [...]
Ese tío tiene más cojones que los toros y los toreros juntos. Trabajar a esa altura no debe ser fácil.
Lo prometido es deuda y aquí estoy para actualizar mis crónicas feriantes. Como el Conde es sincero, he de admitir que este año no ha sido de los mejores. Más allá de las tres bromitas de [...]
Pues sí, si miráis en mi blog, el 25 de abril hice dos predicciones sobre Perdidos: una era que Miles era hijo de Sun (ahí parece que me he equivocado…) y la otra era que Faraday es hijo de Wildmore y Elloise. Pues bien, en la segunda acerteéeeee.
Sólo era eso. Os dejo porque el capítulo 100 [...]
Tal y como prometí, me acerqué a la Feria para ver cómo el Motosierrín le daba al botoncito y encendía el tinglao. Y me tomé dos vasitos de rebujito -vale, tres- y bailé un par de sevillanas (la que te gusta y la de compromiso con la madre de la amiga de turno) y sobre las [...]
Crisis, epidemias variadas como la gripe del gorrino, el Sevilla que a lo mejor no va a la Champions, el Betis que a lo mejor se va a segunda y aquí el Conde, que a lo mejor -vale, seguro- se va a la feria al alumbrao de las narices.
En otros tiempos, yo era feriante de los [...]
Cómo nos pusimos antes de la fieshta. Para que os situéis, era la famosa Matiné. Botellón mirando pa la Meca y dame la cashimba que me pongo ciego. Pensé que esto sólo pasaba en Ibiza, pero no. La nueva Space Melilla es la hostia. La peña va más abrigada que en la de Ibiza, eso sí, [...]
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