Estimados, por cortesía de youtube.com, aquí os pongo un vídeo para recordar que el verano ya está aquí y las terrazas se presentan más que divertidas…
Os veré en las terrazas canallitas
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Estimados, por cortesía de youtube.com, aquí os pongo un vídeo para recordar que el verano ya está aquí y las terrazas se presentan más que divertidas… Os veré en las terrazas canallitas Tengo un lector en Barcelona -«Er samué», que me lee a través de Estuve el jueves en la inauguración de Babilonia. Bien, aunque no había Las chicas empiezan a pasear con vestidos sueltecitos, con sus tobillitos al aire, con camisetas que dicen verdaderas guarradas como “Estoy caliente”, “Tócame” o “Estas dos son para ti”, pero como lo pone en inglés, sus padres y/o novios las dejan salir a la calle de esa guisa. Indecentes. Es lo que tiene el calor en Sevilla que, lejos de ser una maravilla, al menos consigue lo que mi amigo Pepe anhela y nunca consigue: que las mujeres se quiten ropa de encima. Pertenezco a ese amplio grupo de sevillanos que el miércoles de Feria ya está diciendo aquello de «mañana tiro pa’la playa porque ya está bien de fiesta». Ser miembro de ese grupo implica que, al final, te dan los fuegos artificiales con tu vaso de manzanilla colgado del cuello y la boca descolgaíta. La cosa estuvo bien hasta el jueves de Feria, cuando me tuve que pegar toda la noche felicitando sevillistas porque el Conde es un tío educado. Total, ya festejamos nosotros lo nuestro el año pasado, ¿no? Y para que se lo lleve un equipo de nombre impronunciable de la Europa del Este, mejor que se lo lleve el Sevilla…Aunque la guasa es la guasa. Un colega mío, más bético que el escudo, Lopera y la abuela del Betis, juntos, decía que aquella noche había tantas polillas sobrevolando las luces de las tómbolas porque los «palanganas han abierto los armarios para sacar los bufandas apolilladas». Guasón el tío… En fin, que ¡enhorabuena! y punto final al tema fútbol. A Pepe le da cada año por inaugurar su caseta de feria el sábado antes del alumbrao. Según él es “para probar que todo funciona”. Así que allí fuimos los sufridores a testear que el jamón estaba en su punto, que el pescaíto frito tenía demasiada harina, que los pijos tenían sus patillas como palas de jockey afiladas para la ocasión y que las sevillanas machaconas ya no se llevan. Todo iba bien hasta que apareció mi amiga “caso pendiente“. Sí. ¿Qué hacía allí? No lo sé. Una mujer “caso pendiente” (en adelante C.P.) es aquella que, por uno u otro motivo, debió caer en el saco en su momento y no lo hizo. La cosa se complica cuando tú también eres su C.P. Ejemplo: becaria que entró a trabajar en tu empresa y se fue justo cuando se estaba poniendo a tiro o compañera de universidad con novio en el momento más inoportuno. Pero es que este C.P. tenía agravantes: habían pasado dos años desde la última vez que nos habíamos visto y ahora ninguno de los dos tenemos pareja (bueno, yo sí, pero es sólo una parejilla que se ha ganado a pulso la infidelidad porque se ha ido a la playa a estudiar oposiciones, ¿a quién se le ocurre?). Encima la inauguración de la caseta de Pepe empezó a decaer a eso de las 3 de la mañana. “¿Oye, te llevo a casa?”, le pregunté a C.P. y, claro, me dijo que “Sí, a casa o a dar una vuelta…”. El Conde lo tiene claro. Cuando una chica te dice “…o a dar una vuelta…” si no pillas cacho es que estás negado ante el gol. El símil futbolístico es: Ronaldinho ha dejado atrás a la defensa y encara al portero que, maniatado, amordazado, con una venda en la cara y con sobredosis de somníferos, no supone el menor obstáculo para que el balón penetre hasta la red. Y así fue. Me sentí un poco mal por la estudiante de oposiciones pero, ¿por qué me dejan solo en Feria? De todas formas la he cagado ligeramente porque después del gol (aunque no sería vanidad hablar de “mini-goleada“) se me ocurrió quedar de nuevo con C.P. para ayer, miércoles de Feria, sin acordarme de que mi parejilla venía de la playa también ayer por la mañana. Al final tuve que anular la cita con C.P. y, además, se enteró de que tengo novia. Se ha mosqueado y dice que le engañé. Pero no fue así. Ella me preguntó, antes del “partido” que si yo tenía “parienta“. Y como yo a esa palabra le tengo mucho respeto (mucho, mucho) y a mi parejilla no la considero así, le dije que no. Sigue enfada pero da igual porque, querido canalla, un consejo: elimina tus C.P. o te perseguirán toda la vida. El Chino siempre ha dicho que «un tío que no tiene ‘ardentías’ un domingo por la mañana, ni es tío ni es ná de ná». Por eso, tuve un reestreno etílico en su boda. El Conde llevaba sin beber algo así como 5 meses. Me refiero a beber «en serio» o «como una persona mayor» que diría el Cabrilla. En pocas palabras, mi resaca era como otro regalo de bodas para él. «Como tu no te beba un cubata en mi boda, te mato», me dijo el Chino unos días antes. Vamos, que todo fue por mi campaña de reafirmación sobre la opción sexual que, a mucha honra, elegí hace 26 años (sí, a mí me gustaban las niñas ya en la guardería…). Si me preguntáis por la Semana Santa no os podré comentar nada de los pasos y demás porque no he visto ninguno. No os enfadéis los canallitas cofrades -que sois muchos, lo sé- pero pillé unos días de descanso y me escapé a Conil con tres amigas a un hotel recién inagurado (algo así como Gabir Costa de la Luz) a pillar un poco de sol. El alojamiento de arte y para cenar os recomiendo «El Roqueo». Marcha toda la que queráis, aunque ya sabéis que en Conil, como en Tarifa y alrededores, lo que se lleva es el rollito más surferito-alternativo-raftas con la furgoneta de Scooby Doo o el Golf con su pedazo de tabla de «güinfirsu» en el techo y todo tipo de camisetas «anti-sistema». Mir y Mar se pegaron la mitad de la estancia montadas en su nube particular, y mira que les tengo dicho que eso de fumar lo que mi abuela confunde, por su olor, con el incienso, no es saludable. Les dio el pavo por decir que el Conde es un cobarde porque no se enfrenta nunca a los peligros. Es verdad. Nunca saco dinero de un cajero, voy al videoclub o echo gasolina, por ejemplo, si es de noche. Y es que la oscuridad en Sevilla está como para irse de héroe con tanto Jumanji suelto. Hablando de niñateo variado, la Feria está a la vuelta de la esquina. Sólo os puedo aconsejar que bebáis lo que os dé la gana, que liguéis hasta donde os dejen y que escondáis las llaves del coche, la moto y el/la novio/a donde queráis u os dejen pero, por favor, ni caso a las peleas. Tengamos la fiesta en paz. La semana pasada fue infernal desde el punto de vista laboral, así que decidí tomarme el fin de semana completamente libre y fugarme a Málaga para dar una vueltecita y pulsar el ambiente nocturno. No pudo ser. Vayamos por partes. El sábado por la mañana llegué a un hotel de campo estupendo llamado «Molino de Santillán» en el que había reservado una suite con jacuzzi. No suelo ir por ahí con este nivel-maribel, pero como comprenderéis, tenía estrés hasta en la perilla de la oreja. Aquel es un lugar en el que los oídos te pitan del silencio. Hay por allí un perro tipo «Niebla» de Heidi, un huertecito, unos invernaderos… Para cerrar el círculo, la carretera de acceso al hotel tiene las suficientes curvas como para que no se te ocurra salir de allí de noche así esté rondando por allí el Conde Drácula. Es decir, yo no tenía ni idea de que no iba a poder salir el sábado de marcha ni de que me iba a tener que quedar viendo el Madrid-Barça desde una bañera burbujeante con una amiga que se había traído unas sales que había comprado en el chino de su barrio. Reconozco que no tengo ni idea de cómo quedó el partido. Ni me interesa. Y sí, podréis echarme en cara que lo del jacuzzi, el champán, las sales del mar de no sé dónde y el hotelito rural está muy visto…¡pues lo tendréis muy visto vosotros! Para mí ha sido la primera vez que el contacto con una de estas megabañeras con motor no se ha reducido a tocar la pantalla de la TV. Sí, sí. Ahí estaba yo, súpercateto, tocando botones y disfrutando como un bético el domingo a las 11 de la noche. Me costó un poco convencer a mi amiga de que un jacuzzi no es una piscina y, por lo tanto, hay que entrar sin bañador. ¡Ojo! Que la higiene es la higiene y el Conde iba sin ánimo de «lucro». ¿Que si al final nos liamos? Pues sí, pero porque el plan alternativo era ver a Pipi Estrada en Salsa Rosa mientras contaba cosas de la Terelu. Por cierto, ¿sabéis que el de hoy es el Conde Canalla número 100? Desde septiembre de 2003 estoy dando la lata por estos lares así que, ¡gracias por vuestra comprensión y aguante! El Conde se ha modernizado y ha decidido entrar en el mundo de las nuevas tecnologías. Después de aprender a manejar el MP3, entender que las fotos ya no son fotos, sino “jotapegés“, y que en mi casa no se ve la tele “nueva” porque no tengo un “tedeté“, he decidido dejarme llevar por la “blogmania“. Sí, ya sabéis, esos rincones de la red donde uno cuenta sus batallas. A partir de ahora podéis entrar en www.condecanalla.com y encontrar todas mis historias desde el año 2003. En realidad, los canallitas que me escriben asiduamente al correo ya la conocen porque lleva un tiempo funcionando en pruebas. Así que ya sabéis: cuando no tengáis absolutamente nada mejor que hacer, esté lloviendo y no pongan nada interesante en la TV, podéis pasaros por ahí. También hay un foro para que metáis en él lo que mejor os parezca. En fin, paro con el autobombo que parezco un teletienda con patas. Voy a lo de siempre. El viernes pasado decidí comprobar cuánto se había degradado la Fiesta de la Primavera. La realidad superó mis peores presagios. Para empezar, ¿eso no era una fiesta de estudiantes? Allí había gente que, como mínimo tenía dificultades para recordar la tabla del 2. Después, el alcohol nos puede desorientar, pero nunca volvernos gilipollas del todo. Por ello, a ver qué hacen dos colegas como una cuba, pingueando de agua y demás, intentando convencer a los porteros de Antique para entrar “por rematar la noche”. Eso sí, la culpa al final es de la TV y de aquellos que saben tanto del botellón como de la cría de mejillones en aguas turbulentas. Pensar que la culpa de la afluencia la tiene el email o el SMS es ignorar que ya en el 96 nos reunimos miles de universitarios en Los Bermejales y, que yo sepa, el único medio de propagación era algo tan analógico como el tablón de anuncios y el boca a boca. Por cierto…así nunca le ganaremos a Granada, ¿eh? El Chino nos reunió a todos el viernes en el Trasiego, en la Buhaira, para hacer una despedida de soltero «light». O sea, que ni es despedida ni es ná de ná. He de admitir que, a pesar de la ausencia de la clásica excursión a un local de las afueras para ver -y me cuentan que hasta “palpar”- desnudeces variadas, me lo pasé en grande. El Chino siempre ha sido un tipo serio… o al menos en los últimos ocho o nueve años de su vida. Anteriormente tenía melenas, llevaba ponchos e iba a todos lados con su guitarra de palo de segunda categoría. No llevaba la de primera porque no era plan de llevársela cuando no se tenía claro dónde iba a terminar uno durmiendo, ni en qué estado. Eso sí, siempre muy enamorao de su futura esposa y con una foto de ella en la cartera por si, llegado el caso, había que enseñársela a una de las lobas nocturnas que campan por las discotecas (¿es o no, Chino?) para soltarle, orgulloso: «¿Tu la ves? Po es mi novia y la quiero taco así que ¡tira millas!». Con dos pares. Dos pares son los que tiene el DJ de Bestiario, lugar al que fuimos a tomar unas copas después porque así lo quiso el Chino. El «pincha» en cuestión se ha ganado esta semana el título de «DJ Acuéstate». El repertorio: Sufre mamón (Hombres G), Cien Gaviotas (Duncan Dhu), Mamma Mía (Abba),…¿Lo más moderno? La Oreja de Van Gogh con la canción esa que Urbanokopas coreó a grito pelao. ¡Ojo! me encanta Bestiario, ¿eh? y su decoración es excelente aunque tenga una pega: El diskjockey no puede medir más que el chico que estaba pinchando porque se chocaría con el techo (en serio, podéis comprobarlo) y la luz del baño dura muy poco encendida (en la típica meada larga te quedas a oscuras, pero mueve el brazo que el sensor te detecta y se enciende…). En resumen: el Chino se casa pronto, Bestiario está muy bien pero debe reformar el tema musical «ligeramente» y, en general, para todos los bares: ¡Hay más público que el pureta «retro», el «cani» hip-hopero y el «charni» reggaetonero! Arriba el House. La historia de la semana pasada ha traído cola. Los afectados se han cabreado porque dicen que no debí contar nada en el periódico. No, si os parece, lo mantenemos en secreto. Total, sólo se enteraron los vecinos de dos o tres calles, la Policía, que vino a denunciarme, mis padres por el chivatazo de la vecina, el carpintero del barrio que vino a poner un par de marcos de las puertas que alguien rompió borracho…y poco más. Pero, como en el anuncio de las tarjetas, ver alguno de vuestros correos de «apoyo», podríamos decir que «no tiene precio» y ha hecho que merezca la pena contar la historia ésta. El viernes por la noche me pasé por Abril (la antigua disco-pureta El Coto) y no me lo pasé mal. Os comento las pegas y las cosas buenas. Para empezar, la técnica esa de márketing consistente en hacer pasar frío a 30 chavales inocentes para convencer al personal de que el interior está a tope cuando no es así, me parece inhumana. Claro, como los porteros están calentitos con las estufas… Una vez dentro, me parecieron curiosas las imágenes que se muestran, cuadriculadas, en las pantallas, pero sólo les encontré sentido a partir de la quinta copa. El discjockey…pufff…a punto de ganarse el famoso título «DJ Acuéstate». Tío, un buen pincha debe conocer el límite del contador de BPMs (velocidad del disco en pocas palabras) y no se puede hacer lo que sea para que dos canciones casen. Si no se puede cruzar a Marc Anthony con un grupito infame de reggaetón, no se puede y ya está. Al rato de oírlo, me acostumbré a su estilo aunque abusa de los temas modificados con bases «modernitas». No es Carl Cox, pero se deja escuchar. Eso sí, el sonido es muy bueno. El público, heterogéneo. Me llamó la atención un abuelete sobón que manoseaba a una chavala que se dejaba y sonreía. El Negro asegura que era una chica «PPT» (Pagar Por Tocar) del polígono Calonge, pero yo todavía creo en el amor, y más cuando está cerca «Abril»… |
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