Llegamos a un aparcamiento donde habría unos 15 coches de colores muy diversos. Amarillo pollo, rosa frigopie, verde pistacho… Una botellona discreta, vamos. Todos con sus respectivos “loros” a “jierro” de volumen. De repente, el Cafre me pidió que le acompañara a un callejón para conocer a la novia de un colega (una historia muy larga…). [...]
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